martes, 26 de mayo de 2015

Las hijas de Tara de Laura Gallego García


Mi relación con la obra de Laura Gallego comenzó hace unos años haciendo las prácticas del máster de Formación del Profesorado. Un alumno de PCI me pasó un libro de esta autora (La primera parte de Memorias de Idhun, La resistencia)
Me gustó mucho pero no he continuado con la saga. Las hijas de Tara ha llegado a mis manos unos años después, y en cuanto vi el nombre de la autora me entraron ganas de leer el libro.
Estamos ante una novela de ciencia ficción ambientada en un mundo postmoderno en el que la naturaleza se ha revelado contra la tecnología del hombre y ha atacado las ciudades. El mundo ha quedado dividido entre la población salvaje que vive en el bosque y da culto a la naturaleza, que se llama Mannawinard, las ciudades encerradas en su tecnología, y los mutantes al margen de ambas sociedades que viven en medio de la contaminación.


Dos muchachas, una matona a sueldo de la gran ciudad mejorada genéticamente y una sacerdotisa de Tara, la diosa madre, que debe llevar un objeto al corazón del bosque. Ambas contarán con la ayuda de un robot muy especial, que cada vez se comporta mas como un ser humano.

Mi gusto por la ciencia ficción comenzó hace unos años y poco a poco se ha hecho un hueco en mi mesilla de noche.

En este caso el futuro supone una polarización entre el retorno a la naturaleza y el desarrollo sintético del mundo. La naturaleza se presenta en su faceta más cruel con el ser humano, De nuevo nos volvemos indefensos y quedamos a su merced.

El mundo de la ciudad supone el desarrollo de la tecnología hasta niveles deshumanizadores. Los robots se convierten en los trabajadores de cara al público y los humanos mejoran su cuerpo con implantes que les hacen más fuertes y más resistentes.

El precio del avance es el control total del ser humano y la creación de monstruos fruto de la radiación.

Este libro me ha recordado a los clásicos de ciencia ficción de los años 50, cuando el autor se preguntó hasta que punto podía avanzar la técnica para acabar transformando la sociedad.

Me ha gustado mucho, sobre todo la dicotomía, naturaleza-ciudad en una postguerra en la que la naturaleza juega con mucha más fuerza y puede mostrar su potencia creadora.

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