miércoles, 8 de octubre de 2014

Porque a veces lo importante es el viaje y no el destino

Hay un conocidísimo poema de C. P. Kavafis dedicado a la Ítaca de Odiseo. Un poeta griego rememora uno de los dos grandes poemas épicos de la Antigüedad. La vuelta del héroe a casa tras diez años de ausencia.

Aquí os lo dejo:

Cuando emprendas tu viaje a Itaca 
pide que el camino sea largo, 
lleno de aventuras, lleno de experiencias. 
No temas a los lestrigones ni a los cíclopes 
ni al colérico Poseidón, 
seres tales jamás hallarás en tu camino, 
si tu pensar es elevado, si selecta 
es la emoción que toca tu espíritu y tu cuerpo. 
Ni a los lestrigones ni a los cíclopes 
ni al salvaje Poseidón encontrarás, 
si no los llevas dentro de tu alma, 
si no los yergue tu alma ante ti.
Pide que el camino sea largo. 
Que muchas sean las mañanas de verano 
en que llegues -¡con qué placer y alegría!- 
a puertos nunca vistos antes. 
Detente en los emporios de Fenicia 
y hazte con hermosas mercancías, 
nácar y coral, ámbar y ébano 
y toda suerte de perfumes sensuales, 
cuantos más abundantes perfumes sensuales puedas. 
Ve a muchas ciudades egipcias 
a aprender, a aprender de sus sabios.
Ten siempre a Itaca en tu mente. 
Llegar allí es tu destino. 
Mas no apresures nunca el viaje. 
Mejor que dure muchos años 
y atracar, viejo ya, en la isla, 
enriquecido de cuanto ganaste en el camino 
sin aguantar a que Itaca te enriquezca.
Itaca te brindó tan hermoso viaje. 
Sin ella no habrías emprendido el camino. 
Pero no tiene ya nada que darte.
Aunque la halles pobre, Itaca no te ha engañado. 
Así, sabio como te has vuelto, con tanta experiencia, 
entenderás ya qué significan las Itacas.


A veces lo importante no es el destino, sino el viaje que recorremos y lo que vamos recogiendo por el camino. Es un poema dedicado a la experiencia de vivir, a los tropezones en la vida y al cambio que supone en nosotros el día a día. Todos tenemos una Ítaca a la que volver, pero esta Ítaca no es la misma a nuestra vuelta. Nosotros cambiamos con cada experiencia, y debemos aprender a disfrutar de cada momento de la vida. Porque la vida es aprender y enriquecerse, para volver a Ítaca, y sobre todo para disfrutar del viaje.

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