miércoles, 5 de noviembre de 2014

Zapatos rojos para saltar en los charcos de Nacho Montes

Novela romántica al canto. Novela para mujeres escrita por un hombre, con buen resultado todo hay que decirlo.

Todo el libro gira en torno a una reunión en un pazo aragonés entre cuatro amigas que llevan comunicándose por teléfono durante años pero que han pasado poco tiempo juntas. Se reunirán en casa de una de ellas para hablar de sus vidas y de sus familias. Todas tienen en común tres cosas; son seguras, están divorciadas o viudas y adoran los tacones rojos. 

Como le dijeron a una de ellas de pequeña "¿Para qué quieres unos tacones rojos? ¿Para saltar en los charcos?"

He disfrutado mucho con la lectura del libro, pues cada una de las cuatro amigas lleva una vida fascinante después de haberse hecho a sí misma. Mi favorita es Clotilde, la más gorda y descarada, de lenguaje obsceno y glotonería impúdica. Es la viuda de un conocido diseñador de ropa interior y la que con más desenfado afronta la vida. 

Un defecto que le encuentro al libro es la necesidad de anular al elemento masculino. Todas han sido mujeres casadas tontamente, bien por negocios familiares, bien por un enamoramiento pasajero y han sido engañadas. La muerte de los esposos es una liberación y supone el inicio de la vida creativa, llena de la holgura económica de la viudedad y de la libertad de no rendir cuentas a nadie. Y yo me pregunto ¿Es ese el único modo de libertad? ¿No se puede ser creativo dentro del matrimonio? ¿Si tan listas y capaces son....que hacían en su vida anterior además de aburrirse? Quizá la visión del hombre es un poco plana, lo que a veces hace poco creíble la historia.

Por lo demás es muy entretenido de leer y las páginas pasan volando. Los flash back a distintos momentos de la historia aclaran puntos importantes y enganchan aún más al lector. 

Cuando se acaba el libro una siente deseos de tener los medios de estas amigas para quejarse de los hombres con la satisfacción del bolsillo bien lleno y de la hacienda bien administrada. Un poco fantasioso pero ameno, sin más.

martes, 28 de octubre de 2014

Yo también fui a EGB de Javier Ikaz y Jorge Díaz

Un famosísimo blog con el mismo título fue iniciado por estos dos amiguetes de toda la vida con la esperanza de volcar en la red recuerdos nostálgicos de su infancia. Tras el éxito cosechado consiguieron publicar una versión en papel con los mejores post. 

Yo también fue a EGB se divide en pequeños capítulos donde se narran las vivencias comunes de todos los niños españoles de la época de los 70-80. La merienda, el vídeo para VHS, el uniforme escolar, las chuches o los grupos de moda son tratados con tanto cariño como con nostalgia. Es una lectura amena, que se puede hacer por partes, pues no hay un hilo argumental.

Yo no fui a EGB, de hecho tampoco soy de las primeras generaciones de la Educación Secundaria Obligatoria, pero hay cosas que tengo en común con la infancia de estos casi cuarentones niños. 

Yo también ví en la tele a  Susa y  Barrio Sésamo, canté con Bom bom chip ( si bien Enrique  y Ana ya se me sale de madre) y comí docenas de frigo pie.  De hecho de las chuches piloto un montón pues mi abuela tenía un puesto de chuches y de helados Roine cuando era pequeña. Aun hoy en día, cuando lo cuento, mis amigos recalcan mi enorme suerte. 

Por eso se diferenciar una nubecita de un melón de chicle y un caramelo vampiro de un pinta labios.  Aunque muchas cosas se me escapan por edad, disfruto y aprendo de la visión de esos niños grandes.

He disfrutado del libro en medio del viaje, leyendo a trozos y sin necesidad de seguir un hilo argumental. Es un libro ligero, para nostálgicos, compuesto con las miles de anécdotas que sacamos cuando nos reunimos con los amigos de siempre a tomar cervezas y soltamos un ¿te acuerdas cuando eramos pequeños y...?

El peregrino de Jesús Torbado

Esta es una historia ambientada en la Edad Media en el camino de Santiago que se está gestando como centro de acogida de peregrinos de todo el mundo. El camino aún no está fijado y solo los más audaces invierten años de su vida recorriendo este sendero que comienza a ser famoso para expiar culpas propias o por encargo.

Es lo que hace un peregrino franco, enviado por su aldea por la llegada de una enfermedad. El libro nos cuenta su vida. Los años de peregrinación, los ladrones y las miserias, la desverguenza del clero y el abuso de los peregrinos. 

Nuestro buen peregrino encuentra el sustento para su camino con la venta de reliquias de santos, con los correspondientes certificados falsos que un amigo morisco le proporciona. 

El tiempo del libro se muy largo, pasan más de veinte años y algunas ciudades crecen en esplendor junto con la suerte de nuestros peregrino.

Aunque no esta mal como libro, no me ha parecido todo lo entretenido que podría haber sido. Está ambientado en una época convulsa, con la llegada de las pestes y la Reconquista (se sitúa la acción durante la vida de El Cid) pero eso apenas tiene importancia. 

Los personajes musulmanes son demasiado descarados y desprovistos de toda religiosidad, y campan a su gusto usando el camino de Santiago.

Lo más divertido quizá es la visión que se nos da de un clero que pasa de vivir en el fin del mundo a recibir multitud de visitas. En principio el clero es responsable de la caridad para con los peregrinos, pero vemos como desde muy pronto se convierte en un negocio. 

Estamos en un momento en el que la iglesia se esta formando, no existen las reglas monásticas fijadas, conviven juntos hombres y mujeres, hay sacerdotes que se casan o viven con sus familias y las monjas no viven aisladas. Es momento de herejías, de construcción de iglesias y de tráfico con huesos de santos. 

Para todos aquellos peregrinos que, yendo hacia Santiago, se hayan sentido en comunión con sus hermanos de todas las épocas de la Historia, es una buena aproximación del suplicio que tuvo que ser en su momento completar esa promesa. ¡Que alejado esta del paseo que supone hoy en día! rodeados de albergues, cafeterías y farmacias con compeed en cada esquina. 

Calabozo para dos de Javier Casino

Terminar una noche en el calabozo con tu (supuestamente ex) novia. Es el inicio de esta hilarante novela en la que el protagonista se nos presenta como el ser más egoísta, cínico, irónico y divertido de la historia.

Atrapado en una relación destructiva, ya que está enganchado a una mujer, a la que llama Utopía por no dar detalles, cuyo máximo atractivo es su escandaloso cuerpo y su locura permanente. Por ella su mujer se entera de su infidelidad en medio del divorcio y por ella acaba en la cárcel. El motivo: ambos se han cruzado denuncias falsas de malos tratos. 

Me enganchó desde la dedicatoria:

"Al cielo, por aquello de que puede que haya algo más, y al suelo, por no dejarme caer más abajo"

Pero lo que hizo que fotografiase la primera página del libro y la enviase fue el inicio:

Llegar a tu casa después de una noche encerrado en los calabozos de una comisaría se parece mucho a lo que se siente cuando una mujer trata de convencerte, mientras yace boca arriba en tu cama con la respiración entrecortada, de que ha sido el mejor polvo de su vida. No es que se pase mal arrestado; simplemente es una pérdida de tiempo tremenda.

No me podía contener de la risa, todo el libro es un poco así, frases célebres seguidas de las mas burdas vulgaridades. La historia no tiene mucho, pero no le hace falta más. Es la reflexión de un hombre durante su noche en el calabozo, de cómo su novia le grita desde su celda y de cómo ha de ir por la mañana al juzgado a hacer trabajar sin sentido a un juez y dos abogados.

El personaje principal habla con cinismo de política, religión, matrimonio y fidelidad dando una visión ácida de la vida muy acorde con los tiempos que corren. 

Muy muy recomendable, yo lo he disfrutado de principio a fin y me ha hecho ver la vida con mucha ironía. 

De vuelta del país donde nunca sonreirás si no tienes un buen motivo

Gran semana, divertida, amena, tiempo de conocer gente nueva y de profundizar en aquella que ya conocemos un poquito.

Me ha encantado el viajecito, creo que todos deberíamos darnos un respiro de vez en cuando (incluso cuando la excusa para viajar son motivos de trabajo)

Helsinki es la típica capital europea norteña, ausencia de casco medieval, edificios neoclásicos y un frío de pelotas. Lo más sorprendente es que no hay casi gente por la calle, será por el frío pero en Londres también lo hace en enero y si que hay gente. Bien pensado hay más madrileños que fineses...

Su lengua es sencillamente horrible, una lengua de origen desconocido (sustrato aglutinante) que implica no saber nada de nada, gracias a dios y a pesar de que no sonríen nunca hablan un perfecto ingles, total polite.

Hicimos una excursión a Tallin (o Talin siempre tengo la duda de cúal es más correcta en castellano), la capital de Estonia. La verdad es que es un poco irónico que el mayor atractivo turístico de Helsinki sea hacer una excursión a otro país. 

Tallin es una ciudad medieval enclaustrada en sus murallas. Cuenta con dos catedrales, la ortodoxa y la protestante, con un montón de edificios de los gremios, la farmacia en uso más antigua de Europa (me dijeron lo mismo en Dubroknik y ahora no se que pensar) y varias callecitas encantadoras. Comimos en un restaurante que cocinaba recetas medievales y probamos la cerveza casera. La mejor anécdota del viaje fue descubrir cómo los fineses viajan en el ferry solo y exclusivamente para comprar botellas y botellas de alcohol, pues en Estonia es más barato. Todo el ferry desprendía ese tufillo a alcohol de destilar, procedente no solo de las botellas sino de sus norteños cuerpos.

Subir a Tampere fue más caro que la excursión (¿Por qué es más barato salir del país que moverte en él?)  y llegamos a una ciudad industrial pero con bastante mas vidilla que la capital. La pena es que en cuanto anochece hasta los pocos perros que salen van con chaleco reflectante, pues no se ve nada de nada.

Luego nos pasamos tres días encerradas en la universidad, calentitas al menos, ampliando nuestros conocimientos y sufriendo por tener que dar nuestra comunicación en el idioma de Shakespeare. 

La mejor experiencia: la sauna. Fuimos a dos, la primera era mixta y pasabas de 87 grados de calor a un lago donde podías bañarte y por supuesto que lo hicimos varias veces. Un poco como buenas guiris que éramos nos sorprendía el jaleo de la sala de sauna, que se parecía al senado romano pero en madera. Todo el mundo hablaba, pues es un espacio de sociabilización.
La segunda fue un poco más casera, de hecho era la sauna más antigua de la ciudad. En la última la gente se dividía por sexos y tomaba su baño de vapor completamente desnudo. Además el calor era más natural pues provenía de una estufa de madera. Aunque no había lago y se salía a la calle fue una experiencia MUY GRATIFICANTE. Ver nevar y que los copos de nieve caigan sobre tu piel ardiendo...

También tuvimos el momento culinario probando las delicatessen locales, morcilla, carne de reno y unos donuts con especias.

Un viaje muy completo, nunca me habría esperado que me gustase tanto Finlandia, a pesar del frío y de la ausencia de yacimientos griegos.

viernes, 17 de octubre de 2014

De viaje a Finlandia

Mañana me voy a mi primer congreso internacional fuera de España. La primera vez que salgo de mi país por motivos académicos y la primera vez que hablo en inglés en una conferencia. Y realmente, estoy muerta de miedo. Este congreso lo eché hace justo un año, en un alarde de optimismo y pensando que merece la pena aprovechar la bolsa de viaje que te paga la facultad por Congresos internacionales. (Sólo es una al año por lo que todos tratamos de buscar un congreso lo más lejos posible para esa bolsa)
Muerta de miedo porque me voy a tirar 25 minutos leyendo en inglés, sin poder improvisar si me extiendo demasiado y pasando el power point cuando me lo diga el texto. 

La conferencia me gusta, eso es lo único que me tranquiliza. 

Por otro lado nos hemos montado unas vacaciones las chicas que vamos al congreso y voy a aprovechar para conocer Finlandia, pues no creo que haya muchas oportunidades en la vida para que yo vaya a un país nórdico. 

En ese sentido han cambiado mucho los tiempos. Si quieres puedes ir de vacaciones a casi cualquier lado y a mí el norte de Europa no me llama especialmente la atención por lo que prefiero ir ahora por motivos de trabajo y dejarlo arreglado. Mis vacaciones se plantean más en paraísos idílicos donde hace sol, no en tierra de renos. Así que traeré regalitos varios y muchas fotos de recuerdo.

Así que a una cosa más, tras toda una mañana haciendo la maleta, buscando botas, recopilando calcetines términos (mínimas de 0 grados, máximas de 10, un poco fresquito) calculando lo que me entra en la maleta de mano y desesperándome puedo decir que ya estoy preparada para ir a Finlandia...quedo en manos de Dios.

El piso de abajo de Margaret Powell

El piso de abajo es una novela autobiográfica de una mujer que durante toda su adolescencia se dedicó al servicio doméstico en casas de grandes familias.

Margaret nace pobre en el extrarradio de Brighton y nunca puede estudiar la enseñanza superior, a pesar de recibir una beca, porque sus padres tienen muchos más hijos que alimentar. Por ello empieza desde muy joven como pinche de cocina en la casa de unos grandes señores, donde tiene que lustrar la puerta y planchar los cordones de los zapatos a diario. Es una vida llena de sufrimiento, con mucha horas de trabajo y muy poco tiempo libre.

Margaret asciende año tras años de pinche de cocina a cocinera, cambiando de casa y procurando ganar en horas libres y en sueldo. Su objetivo es conseguir un marido que la libre del servicio doméstico, donde no ve más que desigualdades.

Es una novela muy interesante pues Margaret es una persona muy inteligente que sabe ver el lado bueno de las cosas y las injusticias sociales de la Inglaterra de principios de siglo. Es muy consciente de su posición social y de la lucha de clases escondida tras un halo de cordialidad. Los de arriba viven rodeados de lujos y de cenas mientras que sus criados se amontonan en el sótano con los muebles viejos que ellos ya no quieren. Por ello, los criados tendían a cambiarse mucho de trabajo, pues cualquier mejora de un sitio a otro era bien recibida.

Todo el libro es una delicia, de hecho se me ha hecho demasiado corto. No solo se interesante la visión de la vida en el servicio doméstico y las miserias y rencores de los empleados, sino la infancia de Margaret en una casa compartida y en medio de la pobreza. Su infancia es lo que la hace fuerte y la que le hace buscar un objetivo: el matrimonio. Es una mujer práctica, no busca el amor idílico sino un hombre trabajador que la saque de su situación.

Ya como mujer  casada no volverá a una casa como cocinera pero si aportará a la economía familiar el suplemento de ser cocinera de cenas en ocasiones especiales. 

Destaca la fuerza del personaje, su ojo crítico y la ausencia de rencor, Es muy justa en sus valoraciones y demuestra la inteligencia de una persona bien dotada, pero que ha tenido pocas oportunidades en la vida.