viernes, 1 de agosto de 2014

La doctora de Maguncia, de Sara Larks

Esta autora ha conseguido en apenas un año convertirse en una de mis favoritas. Fue mi amiga Feli la que me pasó sus primeros libros, los best seller de "En el país de la nube blanca". Es una autora de novela romántica al uso, con historias de amor atormentado que se prolongan durante décadas y enganchan al lector, eminentemente femenino, hasta el final.

Pues bien, en esta ocasión es una joven expósita, Lucía, la que se ve advocada a ser criada por una familia cristiana de baja estopa mientras es protegida por unos acaudalados judíos. El devenir de la muchacha pasará por el oficio de aprendiza de sastre, moza de taberna, dama judía y doncella de un castillo, en medio de una Europa medieval donde abunda la peste y la quema de los barrios judíos.

La historia es muy sencilla pero es un placer disfrutar de la ambientación de la novela y de los personajes. Las descripciones de la vida cotidiana, de las casas y de las tareas propias del comercio entre los judíos, las justas y el amor cortés nos aportan datos bastante bien situados históricamente. Quizá podríamos criticar la falta de realismo en los caracteres de hombres y mujeres que no pudieron pensar así en la Edad Media, pero la ficción literaria ha de acercarse al lector a través de sus protagonistas, no estamos ante una biografía, sino ante una novela.

Como toda novela romántica los personajes masculinos son un poco denostados, pues a pesar de existir un príncipe azul es la heroína la que lleva a cabo toda la carga dramática. Los hombres están, pero solo de paso. Y si mueren no duele tanto como cuando lo hace una amiga de la protagonista. En definitiva, es una novela por y para damas, actuales o pasadas.

A mi me ha gustado mucho, y reconozco que me ha mantenido enganchada hasta el final, a pesar de ser de considerable volumen. Como muchas veces digo, me dan pereza los libros muy gordos, las llamadas "lecturas de playa" pero no ha sido en caso en esta ocasión. Larks es una autora de libros voluminosos, pero nunca me cuesta comenzarlos, pues consigue que me beba sus páginas.

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