lunes, 3 de junio de 2013

El vals lento de las tortugas

La segunda parte de Los ojos amarillos de lo cocodrilos. Mismos personajes, unos meses después. He de reconocer que me engancha.

He ido cogiendo cariño a los personajes, a sus defectos y la serie de crímenes que enganchan con la historia me parece alucinante.

Hay personas que son como las tortugas, que van poco a poco, que no tienen prisa y se mueven con parsimonia. Esa es Josephine en su camino por la vida, llena de inseguridades y complejos, pero que sabe salir adelante una y otra vez. Por eso me gusta este personaje, porque es muy humano, en un mundo de lobos está el cordero, no por bueno, sino por inocente sufre tanto. 

Como ya he señalado, los títulos originales de los libros tocan mi corazón y me marcan al empezar una historia, aunque luego no tengan mucha relación. Estoy un poco harta de los clásicos "Siempre te amaré" "Fuga por amor" y otros títulos que olvido según leo la portada de un libro. El escritor ha de ser original en su obra y en el título de la misma, al menos es a lo que yo aspiro desde mi modesto blog.

En esta última etapa de mi vida me han entrado ganas de leer novelas sencillas, de historias  de la vida, donde siempre se puede aprender algo bueno sobre las cosas. No son historias de frases elocuentes o muy elaboradas (colecciono esas frases en cuadernos que compro al efecto) pero me provocan una enorme satisfacción.

Aconsejo este libro para el verano que empieza, cuando nos llenamos de proyectos y deseamos hacer muchas cosas. Preparamos las vacaciones, pensamos donde ir y  qué hacer y nos planteamos la vida de otra manera. Es el momento en el que se sacan del armario proyectos enterrados, amparados en nuestro nuevo tiempo libre y nos atrevemos a soñar: aquí os dejo un libro para soñar en las pequeñas cosas de la vida.

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