martes, 9 de diciembre de 2014

Dafnis y Cloe de Longo o la inspiración venida en los momentos inesperados.

Hay días de mi vida en los que me maldigo por haber cometido la locura de apuntarme a otra carrera y pretender hacer la tesis a la vez. En momentos de crisis o cuando me quedo en blanco, o cuando me hartan a trabajos y no tengo tiempo para nadas me suelto esa famosa frase: "Ay Manolete, si no sabes torear ¿Para qué te metes?"

Y es que el mundo académico está lleno de exigencias pero de pocas explicaciones. Tú has de saber y saber pero no sabes muy bien de dónde te ha de caer esa sabiduría.

Reconozco que en mis crisis literarias la actividad frenética me ayuda, y este ha sido el caso. El grado me ayuda muchas veces a descubrir nuevos mundos, nuevos textos, que quizá con un barrido exhaustivo de la biblioteca habrían acabado en mis manos pero que no es ni de lejos mi forma de trabajar.

En el caso de la novela se me sale mucho de la cronología de mi tesis, pero leerla, por obligación por supuesto, me ha dado una idea para un congreso. Recuerdo que el año del máster de Antigua, con todas las presiones a las que era sometida y todos los trabajos que había que entregar fue una fuente de ideas para ese año y el siguiente, por lo que creo poder asegurar que me va la marcha y que es mejor darme mucho material, y dejarme delante del escritorio a trabajar.

Dafnis y Cloe es un novela pastoril en el sentido más ñoño de la palabra. Son dos amantes adolescentes, Dafnis es el chico  y Cloe la chica, entiendo que a lectores poco versados en el mundo griego les cueste sexualizar cada nombre porque son bastante ambiguos. Su amor es puro y virginal, fruto del desconocimiento del cuerpo humano. A pesar de los frustrados intentos de varios personajes por corromperlos su amor triunfará y acabará en matrimonio, con consumación sexual una vez legalizado todo.

¡Qué lejos queda del mundo griego clásico donde está a la orden del día el matrimonio por rapto! Y es que el mundo romano ha dejado su huella en la literatura griega y se han perdido conceptos como la pederastia o los valores matrimoniales tradicionales.  Y esa es mi idea, mirar qué hay de romano en la novela y que hay de griego. Y la idea me pone  contenta, muy contenta.

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