viernes, 25 de octubre de 2013

Congresos internacionales que prueban tu resistencia, pero queda Barcelona

Que bonita es Barcelona. Me encanta esta ciudad enorme, de calles anchas y lógica que pruba los pies de su turista continuamente.
 
Adoro la arquitectura modernista, la obra de Gaudí y sus tiendas de barrio decoradas con azulejos y retratos de mujeres de los años veinte que han pasado de ser Ultramarinos a presidir souvenirs para turistas.
 
Mi mayor problema es que no estoy teniendo nada de tiempo para disfrutar de ella, estoy aquí en un congreso de Grecia en la Universidad Autónoma (que está donde Cristo perdió el mechero) y acabo tan tarde que no la estoy pudiendo pasear como me gustaría.
 
Me maravilla el Paseo de Gracia y sus terrazas en aceras de 15 metros de ancho, sus taxis negros con una raya amarilla y la inmensidad de Plaza Cataluña. Es una ciudad moderna, europea que no se parece en nada a Madrid, Lástima que por motivos políticos poco a poco se la estén cargando.
 
Hay algo que me maravilla de los catalanes y que me hace tenerles un poco de envidia. cuidan de su patrimonio de una forma que los demás no sabemos hacer. Se puede comer en el suelo de sus calles, las papeleras rebosan de papeles porque todo el mundo deposita allí su basura, y la ausencia de graffitis en los monumentos es notable. Si hay un defecto que tenemos los madrileños es que no sabemos cuidar lo que tenemos. Hoy nos hacen un parque infantil y mañana aparece quemado y los bancos llenos de pintadas y la valla arrancada. Somos así: acogedores, cosmopolitas, graciosos, simpáticos y destrozones, muy destrozones.
 
Estos detalles me hacen mirar con envidia a Barcelona y pensar que deberíamos aprender un poco de ellos. Por ahora pienso en el futuro fin de semana, cuando acabe el congreso y lo bien que me lo voy a pasar. Dios como me gusta esta ciudad.

No hay comentarios:

Publicar un comentario