viernes, 11 de agosto de 2017

La prisionera de Roma de José Luis Corral

Después de casi un año de silencio, que no de lectura, retomo a finales de verano esto de hacer críticas de literatura, por eso de oxigenar mi destrozada mente de la tesis. La utilidad de lo inútil lo llaman...

La prisionera de Roma cayó en mis manos por un trabajo sobre Zenobia de Palmira que tuve que hacer para una asignatura de mi segundo grado, asignatura que me trajo por el camino de la amargura, pero esa es otra historia. Viendo que había una novela histórica sobre la gran emperatriz siria, pensé, ¿Por qué no? Siempre se te quedan mejor los nombres y los años cuando los lees en una novela.

Zenobia de Palmira es un personaje histórico que despierta cierto atractivo, quizá porque fue capaz de desafiar a Roma tras la muerte de su esposo Odenato y decidió declarar la independencia del reino de Palmira como regente de su hijo. Como todas las mujeres de poder su historiografía la señala como una mujer de gran belleza y estadista, manipuladora, culta, conocedora de las artimañas del poder. Es una Cleopatra tardoantigua, de hecho, ella misma se identificaba con la famosa última reina de Egipto. 

La obra hace un recorrido de la vida de Zenobia desde su infancia, donde ya despierta pasiones, su matrimonio con Odenato, su declaración de independencia, la caída del reino de Palmira y su exilio en Roma, en una jaula dorada como esposa de un senador romano. 

Si bien se sabe poco de la emperatriz, se consigue hacer un relato de una vida de lujo y ostentación, donde todos los hombres caen rendidos a sus pies. Merece una mención especial el soldado griego mercenario que cae por casualidad en Palmira y acaba siendo el amante de Zenobia durante todos los años de independencia.

Una de las innovaciones que no nos señalan las fuentes es como Palmira se convierte en un crisol de religiones, con un cristianismo que despierta sospechas entre el resto de los adeptos politeístas y judíos y que se trata de convencer al poder para que persiga a esa nueva secta. Estamos en la época de los patriarcas, de los gnósticos, anacoretas y todo tipo de exaltaciones de fe que eran muy extraños ante una religiosidad antigua donde el rito importaba más que la creencia. 


¿Los puntos fuertes? Tiene fácil lectura y es fiel a lo que nos cuenta la Historia Augusta, la principal fuente, sin ser demasiado injusto con Zenobia. Son casi 600 páginas (en mi versión) que tardé casi un mes en leer pero que en ningún momento me hicieron perder el hilo. Además el Oriente tiene un encanto especial en nuestras vidas, el desierto, los oasies, el lujo oriental de la seda y el oro, que a nuestros ojos es un tanto hortera pero nos hace evocar ese Orientalismo del siglo XVIII. 

El problema del libro es que Zenobia es un ser sin corazón ninguno, en ningún momento parece una persona real, con sentimientos, deseos o incluso con un poco de crueldad. Parece una Pandora creada por los dioses y movida a su antojo, ni siquiera se la permite un poco de vanidad por su extremada belleza. 

Finalmente no puedo dejar de hacer una mención al hecho de que Palmira ha sido destruida hace pocos meses por la furia irracional del Estado islámico, que se ha propuesto destruir todo el patrimonio de lo que ellos consideran una herejía. Antes podíamos visitar las ruinas de Palmira, los palacios romanos y la última muralla de defensa. Hoy solo queda desierto y ruinas y las pocas piezas que se han llevado a otros museos. La irracionalidad humana no tienen límites, en eso no hemos cambiado nada.

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