El cuatrimestre del máster está llegando a su fin. Y como todo lo que llega a su fin, acaba con el apoteosis de los exámenes. Este año he estado muy liada, y me espera una buena. No por la dificultad sino por la pereza que me invade con respecto a este tema. He dejado de ser la estudiante diligente que era, estoy harta de examinarme. Estoy harta de ir a clase, y no hacer nada.
Por ello hoy me he ido a dar una vuelta por el centro antes de clase, en el descanso entre el trabajo y las clases. Me he permitido unos minutos de relax aprovechando que tenía que recoger un certificado. He entrado a una tienda y me he probado ropa, pese a que no me gusta demasiado hacerlo, solo por el placer de coquetear un poco.
He caminado por la Gran Vía, mirando las tiendas y las personas que pasaban, respirando un poco del aire soleado que invadía hoy la capital. Porque de vez en cuando los homenajes nos ayudan a seguir adelante. No son cosas grandes, en ese caso no son homenajes, sino festines u orgías, son pequeños detalles que nos hacen disfrutar de la vida, y nos arrancan una sonrisa y un ataque de buen humor, algo que abunda tan poco en estos tiempos.
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