Este fin de semana ha sido un completo desastre. En dos semanas tengo un congreso y este fin de semana me voy a Londres por lo que tenía que ponerme las pilas. Por suerte mi chico trabajaba, y he tenido un montón de tiempo para leer, leer y leer. Realmente no he hecho prácticamente nada más que trabajar en ello, pese a que tengo otras cosas que hacer para el máster, por no hablar de la aún no empezada Tesis.
El problema de cuando preparas una ponencia es que al principio el tema te parece muy apropiado y lleno de posibilidades ¡Oh, ingenua de ti! A los cinco minutos de buscar en la base de datos de la biblioteca te das cuenta que no hay nada exactamente igual a lo que tu quieres. Por lo que tienes que sacar mil libros de los que te vale un capitulo de cada uno. Luego te lees libros y libros para darte cuenta que se repiten más que el ajo, pero por lo menos rellenas la bibliografía. Sin embargo, te empiezas a crecer, crees que lo que vas a escribir realmente merece la pena y te animas un poco. Piensas que a lo mejor si que hay algo que aportar sobre el tema.
Al final llegas a un punto intermedio, te centras, le echas horas y al final sacas algo medianamente bueno. A esto es a lo que me he dedicado este finde, tras meses de saber que tenía una ponencia y marear de libros. Por fín le he visto las orejas al lobo y he encaminado mi ponencia. No voy sobrada de tiempo pero ahora parece asequible. Gracias a Sergio por romperse las ingles en cuclillas escaneandome imágenes, como siempre, es un sol.
Ahora queda la parte complicada, LA EXPOSICIÓN, pero eso será otro capítulo...
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