Durante muchos años fue Lola Herrero quien magistralmente interpretó a Menchu, la pesada, incoherente y machacona viuda de Mario. Ahora es Natalia Millán quien ha tomado el testigo de esta magnífica adaptación.
El libro llegó a mis manos hace muchos años, por recomendación de una conocida a la que le había gustado. En ese momento me encantó, disfruté de sus páginas con ansiedad, y he de decir que me posicioné a favor de Menchu.
De nuevo lo leí en la facultad, esta vez para hacer un trabajo que reflejase la sociedad del franquismo y de nuevo me encantó. Sin embargo, esta vez mi actitud fue hipercrítica frente a Menchu, tachándola de cateta y egoísta.
La obra de teatro fue siempre un asunto pendiente en mi vida, siempre me llamó la atención el libro y la obra estaba en cartel .A principios de otoño cogimos entradas pero desgraciadamente no pudimos llegar a tiempo....son los gajes del tráfico madrileño que a veces te empantana 40 minutos en una calle.
Y ahora por Navidad hemos vuelto, con muuucho tiempo para no perdernos la obra. Estuvimos toda la tarde paseando, comprando regalos y disfrutando del bullicio navideño que he de confesar, aunque la mayoría lo odie, yo encuentro encantador.
Al final, como todo lo esperado llegamos y vimos la obra. La conclusión: simplemente maravillosa. No es una obra larga, y se pasa sin pensarlo, mérito de la única actriz en escena que ha de moverse y mantener la atención del espectador. La actuación de Millán es magistral, llena de momentos de tensión, de risa y de llanto, en un eterno monólogo con su marido muerto en el que repasa la vida que han llevado juntos y le echa en cara muchas cosas, por miedo a no querer admitir sus propios pecados.
Tras la obra vino el debate, ¿Realmente hay un bueno y un malo en esta representación? Hace años habría hablado del egoismo de Mario, de la incultura de Menchu provocada por la falta de interés de su marido y un montón de cosas más. Hace menos años habría hablado de la difusión de la cultura y de la poca educación que recibían las mujeres. Hoy lo veo de otra forma, no es una obra que hable de la vida en pareja, ni de los problemas de pareja. Es una obra que refleja la contraposición entre dos mundos, uno muy tradicional y heredero de pasados tiempos mejores y otro lleno de intelectualidad y esnobismo en un momento de represión política. No es tan interesante el matrimonio en sí, sino sus vivencias familiares y el momento que han vivido. Esta no es una obra de autoayuda para la pareja, no pretende que nos amemos ni nos respetemos, su intención es mucho más sofisticada; nos muestra de manera real y amena un mundo que fue el nuestro, donde convivieron nuestros padres y les hizo convertirse en lo que ahora son. Cuando leo cosas me ayuda a entender ciertas opiniones de mis mayores que bajo mis ojos de niña nacida en la democracia y la libertad sexual son intolerables.
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