A pesar de que cuando uno se hace mayor ya no disfruta de los maravillosos 3 meses de vacaciones como cuando era niño, el verano trae consigo multitud de cambios.
Muchos de nosotros estudiamos idiomas, vamos a clubs, hacemos deporte y un largo etc que nos tiene enganchados de lunes a viernes desde el mes de octubre. Con mayo se acaba casi todo y los últimos coletazos llegan en junio. Luego nos damos cuenta de que tenemos toda la tarde para nosotros. Muchos que trabajaban por las tardes ahora tienen jornada intensiva y otros que no trabajaban recuperan sus tardes.
Al principio todo son promesas de todo lo que se va a hacer, pero nos damos cuenta de una cosa: la vida es rutina y el verano nos la descoloca un poco. Para mi es normal estar liada de lunes a viernes y no concibo quedarme con tiempo libre a diario. Y lo reconozco, hasta que me hago me aburro un poco y no sé ni en que día vivo. No es que no tenga trabajo, es que estoy acostumbrada a hacer otras muchas cosas.
Me dan ganas de apuntarme a actividades para verano, pero tengo que contar con las vacaciones que siempre te rompen todo. Lo bueno del verano es que te permites probar cosas que antes no podías. Por ejemplo, voy a aprender un poco de esgrima y ya tengo planeada una escapadita para hacer tirolinas aprovechando el buen tiempo.
En definitiva es un tiempo de adaptación, cuando podemos dedicar más tiempo a amigos y familiares, pero echamos un poco de menos nuestros idiomas y deportes, por lo menos yo.
En conclusión, nunca llueve a gusto de todos, todo tiene su lado bueno y su lado malo pero hay que saber explotar lo bueno de cada etapa. Por eso ya estoy maquinando todo lo que voy a hacer con mis tardes....seguro que salen cosas buenas de todo esto.
¡Viva el Verano!
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