En estos periodos de transición, en los que se han acabado los exámenes pero aún no se han dado las vacaciones los colegios tienden a hacer semanas culturales, ciclos de cine o talleres para los alumnos. Son unos días un tanto extraños, donde se ha de ir a clase no se sabe muy bien para qué y su actitud no es la más adecuada.
Con motivo de un taller afectivo sexual que mucha falta les hace, propuse proyectar la película Shame del 2011. Era consciente de que era una película complicada, que a muchos adultos no les gusta y que es terriblemente lenta. Para ellos el sexo explícito es un modo de captar su atención, pero corríamos el riesgo de que no entendiesen la película. Ellos están acostumbrados a ver películas antiguas, basadas en libros de la literatura española y que estéticamente y en guión están muy alejados de sus gustos. Son alumnos aficionados a películas de superheroes y bodrios facilones tipo Dos polícías muy rebeldes y A todo gas. Ponerles una película densa para muchos adultos es complejo, y arriesgado. Si no estuviese en un colegio progre habría sido imposible. Al fin y al cabo son menores muchos de ellos y no es una película apta para ese público.
¿Surtió efecto? Algunos se aburrieron y otros disfrutaron mucho, falta trabajar el tema en un taller. Todos prefieren una película a dar clase...porque consideran que no es un día de trabajo, pero muchos se quejaban de la película.
No pretendía divertirlos, ni atraparlos en una historia sino que viesen por una vez en la vida una película muy distinta a lo que suelen ver en el cine, obligarles de algún modo a ampliar sus horizontes y centrarse en un tipo de cine que es desagradable, pretende serlo y su objetivo no es agradar, sino mostrar un drama sin solución. No se juzga, sino que se muestra un descenso a los infiernos.
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