Este año ha sido una Navidad con un sabor agridulce. Con toda la enfermedad y operaciones de mi padre no nos ha dado tiempo a disfrutar del ambiente prenavideño. No hemos podido ir a mirar regalos, ver las luces o tomar algo calentito por el centro sino que hemos estado encerrados en el hospital día y noche. Afortunadamente para Nochebuena nos devolvieron a nuestro niño Jesús particular y hemos podido celebrar las fiestas juntos.
Este es un año agridulce para muchos, 6 millones de parados, crisis en España por todos los lados y sobre todo, una sensación de pesimismo que lo invade todo. Parece que no tengamos nada que celebrar y por eso nos felicitamos las fiestas con cierta ironía.
Pero yo me pregunto ¿No es precisamente ahora el mejor momento para celebrar las fiestas no con ironía sino con alegría renovada? ¿No tenemos un motivo para estar alegres en medio de tanta desolación? Uno a uno los motivos para sacar el optimismo a flote me salen por la boca, pensando que siempre es mejor ver el vaso medio lleno que medio vació. No podemos estar pensando en desgracias y maldades todo el día, pues eso nos hará desgraciados y malvados a la larga. Debemos sacar lo bueno que llevamos dentro y disfrutar de la familia, con lo poco que tengamos.
Por ello os deseo una MUY FELIZ, POSITIVA, ALEGRE Y DESENFADADA NAVIDAD, que las malas noticias nos vienen de gratis, no vamos a hacer horas extras por ellos.
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