En esas tardes de domingo en las que me dedico a hacer la tesis, sí, hago la tesis los domingos, me encuentro con grandes temas que llaman mi atención demasiado.
Hoy he leído un artículo en el que se hablaba de la reinterpretación del mito de Penélope en la literatura moderna contemporánea. El mito de la eterna fiel, que espera pacientemente veinte años a su marido, rechazando un nuevo matrimonio, llorando a diario.
Si bien la Antiguedad, especialmente en su época más tardía, ya puso en duda el mito de la perfecta esposa. Pero es la literatura, especialmente la lírica, la que ha convertido a Penélope en un modelo de mujer que espera, a veces para rechazarla, a veces para alabarla.
Cual fue mi sorpresa cuando ví que uno de los ejemplos es una canción de Serrat, canción que además conozco parcialmente.
Cada uno tiene una serie de recuerdos de la infancia grabados en su mente. Mis recuerdos tienen forma de casette y de mi antiguo coche, un citroen Xsara. Recuerdo las tardes de los fines de semana en el asiento de atrás, escuchando el cassette de "El gusto es nuestro" una recopilación de canciones de Joan Manuel Serrat, Miguel Ríos, Ana Belen y Víctor Manuel. Mis padres, pero especialmente mi madre, son fans de Serrat, Supongo que es el símbolo de unos tiempos que auguraban nuevos cambios (sin olvidar que Serrat pertenece a la valiente generación que vió morir al dictador de enfermedad en su cama). Para ellos son las canciones de su época, y yo he aprendido a que me gusten igual que a ellos.
Mi tia abuela Angelita estaba en una residencia de recuperación en Villa del Prado (que es un pueblo en el culo de Madrid, justo al lado de Cenicientos) y la íbamos a ver los fines de semana a una residencia que tenía una enorme mimosa en uno de los jardines. Recuerdo la cinta sonando en el largo camino de ida y vuelta, y las motas que deja caer la mimosa en el suelo de césped.
Penélope es una de las canciones que formó parte de ese concierto que fue recopilado en el disco, pero, por algun motivo que no entiendo del todo, no aparece completa.
Por ello, no había acabado de relacionarla con el mito. Penélope es una mujer que acude cada día, vestida de domingo, no ya al puerto, sino a una estación de tren, esperando que vuelva su amante. Pasan los años y las lágrimas y, para cuando el amante vuelve, Penélope no lo reconoce.
Es una nueva versión del mito, retorcido para ser llevado a la edad moderna y con un final muy distinto al que nos ofreció Homero. Pero allí sigue, el legado épico griego, convertido en canción de masas. Porque todos somos Grecia, y cada día que pasa me doy cuenta de lo mucho que le debemos.
Os dejo la letra, para que disfrutéis de otra Penélope.
Penélope,
con su bolso de piel marrón
y sus zapatos de tacón
y su vestido de domingo.
Penélope
se sienta en un banco en el andén
y espera que llegue el primer tren
meneando el abanico.
Dicen en el pueblo
que un caminante paró
su reloj
una tarde de primavera.
"Adiós amor mío
no me llores, volveré
antes que
de los sauces caigan las hojas.
Piensa en mí
volveré a por ti..."
Pobre infeliz
se paró tu reloj infantil
una tarde plomiza de abril
cuando se fue tu amante.
Se marchitó
en tu huerto hasta la última flor.
No hay un sauce en la calle Mayor
para Penélope.
Penélope,
tristes a fuerza de esperar,
sus ojos, parecen brillar
si un tren silba a lo lejos.
Penélope
uno tras otro los ve pasar,
mira sus caras, les oye hablar,
para ella son muñecos.
Dicen en el pueblo
que el caminante volvió.
La encontró
en su banco de pino verde.
La llamó: "Penélope
mi amante fiel, mi paz,
deja ya
de tejer sueños en tu mente,
mírame,
soy tu amor, regresé".
Le sonrió
con los ojos llenitos de ayer,
no era así su cara ni su piel.
"Tú no eres quien yo espero".
Y se quedó
con el bolso de piel marrón
y sus zapatitos de tacón
sentada en la estación.
Joan Manuel Serrat
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