Vivir en Inglaterra es todo un reto. Es un país donde la niebla cubre las calles mojadas, donde llueve cada día y se hace de noche a las cuatro de la tarde. La vida de la ciudad se muere a las cinco, las cocinas de los bares cierran a las nueve de la noche y te echan del pub a las once....antispanish vamos.
No obstante estoy teniendo mucha suerte con el viento y el frío, creo que lo he mandado a España donde si esta haciendo viento de verdad. Por ahora llueve poco y no hace un frío excesivo, aunque también es verdad que me he traido absolutamente toda la ropa de abrigo que tenía, que no es mucha.
Las residencias inglesas implican compartir baño y que te puedas cambiar las sábanas todas las semanas pero te limpien cada dos (que me expliquen esa lógica que no la entiendo)
Tu cuarto consiste en: tu cama, tu mesilla, tu escritorio, tu armario, tus baldas y un lavabo. ¿Un lavabo? Sí, tu cuarto, con moqueta por supuesto, dispone de un lavabo que se limpia cada 15 días y donde tu acabas haciendo tu vida. Por lo tanto se hace indispensable comprar toallitas de limpieza de baño, por eso de que si no te quedas pegado.
Por ahora mi convivencia con mi moqueta no está siendo del todo negativa. Hay un par de manchas que evito mirar, por eso de no saber con qué liquido se hicieron y procuro no andar mucho descalza, por miedo a hongos y demás bichos que se alojan en ese sumun de la higiene.
La verdad es que la residencia está limpia, la cocina de vez en cuando un poco menos, pero también me ha tocado un grupo de compañeros apasionados con la alta cocina, (Hace un rato un belga me ha dado a probar helado de coco, contando con el espacio que tenemos en las baldas y en el congelador por persona me parece un proeza)
Y poco a poco van pasando los días en estos lares, con muchas horas de biblioteca y excursiones los fines de semana donde he podido comprobar que las ovejas inglesas son más gordas y son muy morenas, la nieve se aloja durante meses en las lomas...y a los caballos les ponen una especie de abrigo de lana durante todo el invierno. Greenpeace no tendría nada que objetar.
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