Entre mis múltiples actividades estoy haciendo un curso de Egiptología por la Universidad Autónoma de Barcelona. Me quita muchísimo tiempo pero esta francamente bien hecho. Lo recomiendo para todos aquellos enamorados de verdad de la Egiptología.
Hoy me ha sorprendido un texto que es una defensa de la Educación o del oficio de escriba de un padre a su hijo. El padre acompaña a su hijo en su primer día de escuela y le señala lo dificultoso que es trabajar con las manos y que el futuro está en los libros.
En un país que recorta en educación, desprecia al docente y promueve el dinero fácil y la corrupción creo que es un texto que todos deberíamos leer. Ahí lo dejo:
"He
visto a los que han sido apaleados. ¡Aplícate a los libros! He visto a los que fueron llamados al trabajo.
Mira, nada hay mejor que los libros; son como un barco en el agua. Voy a hacer que ames los escritos
más que a tu madre; voy a presentar sus bondades ante ti. Es más grande que cualquier otra función; no
existe en la tierra su igual. Se le saluda; es enviado para realizar misiones. Cuando (aún) no ha alcanzado
(la edad) ya lleva faldellín (?). Nunca vi a un escultor como mensajero, ni que un orfebre fuera enviado.
He visto al herrero en su trabajo, a la boca de su horno. Sus dedos son como garras de cocodrilo, y
apesta más que las huevas de pescado. El carpintero que esgrime la azuela está más fatigado que un
campesino; su campo es la madera; su arado es la azuela; su trabajo no tiene fin. Hace más de lo que sus
brazos pueden hacer. Aún durante la noche tiene la luz encendida. El joyero golpea con el cincel, sobre
todo tipo de duras piedras. Cuando ha terminado de rellenar un Ojo, sus brazos están exhaustos, y se
encuentra fatigado. Está sentado hasta la puesta de sol, con sus rodillas y espalda encorvadas.
El barbero está afeitando hasta el final de la tarde. Tiene que conducirse a sí mismo a la ciudad; tiene
que llevarse a sí mismo a su esquina. Tiene que ir de calle en calle, buscando alguien a quien afeitar. El
alfarero ya está bajo tierra, aunque aún entre los vivos. Escarba en el lodo más que los cerdos, para cocer
sus cacharros. Sus vestidos están tiesos de barro, su cinturón está hecho jirones. El aire que entra en su
nariz sale derecho del horno. Fabrica con sus pies un peso con el que él mismo es triturado. Cava el patio
de todas las casas y vaga por los lugares públicos.
Mira, no hay una profesión que esté libre de director, excepto el escriba. Él es el jefe. Si conoces la
escritura, te irá mejor que en las profesiones que te he presentado. Míralos en su miseria. Nadie dirá: 'Un
campesino y un hombre'. Ten cuidado. Mira lo que he hecho viajando hacia la Residencia. Lo hice por
amor a ti. Un (solo) día en la escuela te será beneficioso. Es (algo) para la eternidad; su trabajo es (como)
piedra...
Versión de José Miguel Serrano Delgado, Textos para la historia antigua de Egipto, Ed. Cátedra,
Madrid 1993, pp. 221-224.
visto a los que han sido apaleados. ¡Aplícate a los libros! He visto a los que fueron llamados al trabajo.
Mira, nada hay mejor que los libros; son como un barco en el agua. Voy a hacer que ames los escritos
más que a tu madre; voy a presentar sus bondades ante ti. Es más grande que cualquier otra función; no
existe en la tierra su igual. Se le saluda; es enviado para realizar misiones. Cuando (aún) no ha alcanzado
(la edad) ya lleva faldellín (?). Nunca vi a un escultor como mensajero, ni que un orfebre fuera enviado.
He visto al herrero en su trabajo, a la boca de su horno. Sus dedos son como garras de cocodrilo, y
apesta más que las huevas de pescado. El carpintero que esgrime la azuela está más fatigado que un
campesino; su campo es la madera; su arado es la azuela; su trabajo no tiene fin. Hace más de lo que sus
brazos pueden hacer. Aún durante la noche tiene la luz encendida. El joyero golpea con el cincel, sobre
todo tipo de duras piedras. Cuando ha terminado de rellenar un Ojo, sus brazos están exhaustos, y se
encuentra fatigado. Está sentado hasta la puesta de sol, con sus rodillas y espalda encorvadas.
El barbero está afeitando hasta el final de la tarde. Tiene que conducirse a sí mismo a la ciudad; tiene
que llevarse a sí mismo a su esquina. Tiene que ir de calle en calle, buscando alguien a quien afeitar. El
alfarero ya está bajo tierra, aunque aún entre los vivos. Escarba en el lodo más que los cerdos, para cocer
sus cacharros. Sus vestidos están tiesos de barro, su cinturón está hecho jirones. El aire que entra en su
nariz sale derecho del horno. Fabrica con sus pies un peso con el que él mismo es triturado. Cava el patio
de todas las casas y vaga por los lugares públicos.
Mira, no hay una profesión que esté libre de director, excepto el escriba. Él es el jefe. Si conoces la
escritura, te irá mejor que en las profesiones que te he presentado. Míralos en su miseria. Nadie dirá: 'Un
campesino y un hombre'. Ten cuidado. Mira lo que he hecho viajando hacia la Residencia. Lo hice por
amor a ti. Un (solo) día en la escuela te será beneficioso. Es (algo) para la eternidad; su trabajo es (como)
piedra...
Versión de José Miguel Serrano Delgado, Textos para la historia antigua de Egipto, Ed. Cátedra,
Madrid 1993, pp. 221-224.
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