Estamos ante una historia familiar, la historia de dos jóvenes que huyen de su vida insulsa y aburrida en Hanover, Alemania para embarcarse en un transatlántico y vivir el sueño americano. Frederick y Jette, con ella embarazada, se casan en el barco y empiezan una nueva aventura en un pueblo perdido en medio de Misuri donde vivirán su sueño americano inaugurando un restaurante.
En este libro se hace un recorrido por las tres primeras generaciones de una familia de colonos alemanes, que con esfuerzo y ayuda de determinadas personas consiguen hacerse un hueco en EE.UU. Es el momento del patriotismo desangelado, de la lucha hasta la desesperación y de la involucración en dos guerras mundiales.
Poco a poco vemos como el americano pierde su esencia local, sus raices patrias en favor de un nuevo concepto de americanismo. Los hijos del matrimonio son plenos americanos, y se lanzan a la desesperada a vivir una vida tan distinta a la de sus padres. Estudian en el instituto, asisten a los bailes de la escuela y procrean enormes familias que viven en casitas con jardín.
El sonido de la vida me ha gustado mucho, es una historia universal, que recorre a varias generaciones sin dejar de lado a nadie. Tiene pasión, fuerza y es descarnada en determinadas ocasiones, siendo tremendamente real. No todos los personajes son buenos o malos, todo ser humano tiene sus luces y sus sombras.
Me ha parecido especialmente interesante el estudio que se hace del patriotismo exacerbado de los nuevos colonos, personas que, agradecidas por el acogimiento y las nuevas oportunidades, pierden en ocasiones el norte. En ese sentido Frederick y Jette, pese a ser ambos alemanes y compartir juntos el viaje, no pueden ser mas distintos.
Frederick apuesta por el americanismo, por aprender la lengua y ser uno mas, mientras que Jette se encierra en su universo alemán hasta su muerte. Muy recomendable, no solo como novela sino para conocer un poco más sobre la vida en EE. UU. en los primeros momentos.
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