Por fin me he acabado el Quijote. Hace más de dos meses que me embarqué en la aventura de leerme el segundo libro más publicado después de la Biblia.
Aunque empecé con ganas tuve que hacerme un planning de leerme un capítulo al día. Como la cosa no avanzaba, (son casi 1000 páginas) lo subí a dos capítulos o al menos avanzar un 1% en el progreso de lectura.
Tras esta dura prueba reconozco que me ha costado muchísimo. No digo que la historia no sea buena, que esté mal escrita o que sea un libro sobrevalorado. Simplemente la miel no esta hecha para la boca del asno.
El progreso de la novela es muy lento y se avanza muy poco. En el fondo habla de las correrías de un caballero loco y su escudero durante unos días y de cómo todo el mundo se ríe de ellos.
Episodios míticos, como el de los molinos apenas ocupan cinco hojas de la trama, por lo que pasan en un suspiro. Una cosa que no sabía es que Dulcinea del Toboso no llega a conocer a Quijote en ningún momento, a pesar de que se la menciona cada dos por tres.
He de decir que me ha gustado mucho más la parte en la que Quijote y Sancho están separados y Sancho se hace gobernador de un pueblo e imparte justicia que las correrías por la Mancha. No he sabido ver la lógica en los díalogos entre ambos compañeros.
Una pena la verdad, porque suelen gustarme los clásicos y este ha sido un acto de orgullo para mí. Lo he acabado lejos de casa, en un país donde las andanzas por la tórrida La Mancha pierden sentido, en un sitio muy distinto, que no ha creado la historia de un caballero venido a menos que se vuelve loco y recorre su tierra natal cometiendo disparates y recibiendo la burla de todos.